Según nos vamos haciendo mayores, la masa muscular sufre un decremento de en torno al 1-2% anual, la fuerza un 2-3% y la potencia (fuerza aplicada a mayor velocidad) de un 3-4%. Esta pérdida de tejido muscular es considerada uno de los efectos negativos derivados del proceso de envejecimiento que más afectan a la funcionalidad y calidad de vida en la tercera edad.
Además, esta pérdida de masa muscular o sarcopenia se correlaciona directamente con otras alteraciones metabólicas que agravan el problema.
Sea como fuere, queda claro que la masa muscular y la fuerza son factores clave que determinarán el estado de salud de una persona no solo en edad avanzada sino a lo largo de toda la vida. En este artículo hablaremos de algunos de los beneficios que los adultos más mayores pueden encontrar con el ejercicio físico.
¿Qué es la sarcopenia?
La sarcopenia es la pérdida general y progresiva de masa muscular, fuerza y en definitiva, función del músculo esquelético. Hasta un 15% de las personas mayores de 65 años sufren esta condición y hasta un 50% en aquellas mayores de 80.
La sarcopenia es un problema de salud mundial cada vez mayor que debe abordarse con urgencia. Es necesario que los profesionales de la salud hagamos conciencia pública sobre la importancia de la actividad física y desarrollar programas de ejercicio diseñados para personas mayores, aunque el objetivo principal sería prevenir la aparición de los estragos propios de este desorden desde el principio de nuestras vidas.
La disminución de la masa muscular se acompaña de otros cambios en la composición corporal, como por ejemplo un incremento progresivo del tejido graso. Todo esto se ha relacionado con una mayor probabilidad de desarrollar factores de riesgo cardiovascular como hipertensión, diabetes u obesidad en la población genéticamente susceptible (es decir, sus genes hacen que tengan mayor predisposición a desarrollar esas enfermedades).
No está establecido, a diferencia de otras enfermedades que afectan a los ancianos, como la osteoporosis o la osteopenia, el nivel de pérdida de masa muscular a partir del cual podemos considerar a un anciano como sarcopénico. Para diagnosticar la sarcopenia existen tres criterios que son: masa muscular baja, menor fuerza muscular, y menor rendimiento físico. Sin embargo, realizar el diagnóstico de esta entidad sigue siendo, a día de hoy, relativamente difícil.
Existen pocos estudios epidemiológicos que hayan valorado la prevalencia de la sarcopenia en el anciano, dada la dificultad para definir esta entidad. Pero según algunos de ellos, la proporción de individuos que sufren sarcopenia se incrementa del 13% al 24% entre los 65 y los 70 años, y supera el 50% en personas mayores de 80 años. Afecta algo más a hombres que a mujeres, de tal modo que a partir de los 75 años afecta a un 55-60% de los varones y a un 45% de las mujeres. Porcentajes que, debido al envejecimiento de la población, pueden aún subir, ya que según aventura un estudio de la Universidad de Lieja, la cifra de mayores afectados por sarcopenia podría ascender un 63% en los próximos 30 años.
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