El 28 de julio, la Iglesia celebra la IV Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores con el lema “En la vejez no me abandones” (Sal 71,9). Esta jornada, establecida por el Papa Francisco en 2021, busca reconocer y honrar la invaluable contribución de los adultos mayores en nuestras vidas. En Costa Rica, un país conocido por sus valores familiares y comunitarios, esta reflexión adquiere un significado especial.
En la cultura costarricense, los abuelos y mayores son considerados pilares fundamentales. Su experiencia y sabiduría son fuentes invaluables de conocimiento y orientación. A lo largo de la historia, han sido los custodios de tradiciones, narradores de historias y guardianes de valores. La enseñanza de las generaciones mayores ha sido crucial para la formación de una sociedad rica en cultura y ética.
Sin embargo, a pesar de su importancia, muchos ancianos en Costa Rica enfrentan la soledad y el abandono. La urbanización y la migración han provocado que muchos adultos mayores se queden solos, alejados de sus familias. Esta situación es una preocupación constante, ya que la soledad puede llevar a problemas de salud mental y física.
El Papa Francisco, en su mensaje para esta jornada, destaca la importancia de no abandonar a los ancianos en su vejez. Hace un llamado a la sociedad para que valore y cuide a sus mayores, recordándonos que “Dios nunca abandona a sus hijos”. Esta reflexión nos invita a reconsiderar nuestra relación con los adultos mayores y a reforzar nuestro compromiso con su bienestar.
El Santo Padre ha concedido la indulgencia plenaria a los fieles que asistan a las misas dedicadas a este propósito o que visiten a personas mayores que están solas. Esta iniciativa no solo promueve la participación religiosa, sino que también fomenta el acercamiento a los ancianos, combatiendo así la soledad y el aislamiento.
La familia costarricense siempre ha sido un refugio seguro para sus miembros mayores. Sin embargo, la modernidad y las dinámicas familiares cambiantes han afectado esta estructura. Es esencial que como sociedad recuperemos y fortalezcamos estos lazos familiares. La visita regular, el cuidado y la atención a los mayores deben ser parte integral de nuestras vidas.
En esta IV Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores, recordemos que los ancianos no son una carga, sino un tesoro. Su existencia enriquece nuestras vidas y su presencia nos ofrece una conexión directa con el pasado. En Costa Rica, donde la familia es el núcleo de la sociedad, tenemos la responsabilidad de asegurar que nuestros mayores sean tratados con el respeto y la dignidad que merecen.
Honremos a nuestros abuelos y mayores, visitémoslos, escuchemos sus historias y aprendamos de su sabiduría. No permitamos que la soledad sea su destino. Sigamos el ejemplo de Rut y respondamos con valentía y amor a la súplica de nuestros ancianos: “¡No te abandonaré!”. De esta manera, construiremos una sociedad más compasiva, justa y unida.
A todos los abuelos y mayores de Costa Rica, y a aquellos que los cuidan, les enviamos nuestra bendición y gratitud. Que esta jornada sea un recordatorio constante de la importancia de cada uno de ellos en nuestras vidas.
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