No era un café especial. Ni de esos de nombre extranjero ni servido en taza elegante. Era sencillo, negro, con un chorrito de leche, como lo hacía mi abuela cuando yo apenas levantaba un palmo del suelo. Me lo sirvieron una tarde cualquiera, en una taza de
Leer más... →Lo planté hace más de cuarenta años, con una pala prestada, en una tierra dura que apenas cedía. Recuerdo que era una mañana seca, de esas que hacen sudar sin moverse. Escarbé con torpeza y hasta pensé en dejarlo para otro día. Pero algo dentro de mí
Leer más... →No esperaba que ese día terminara diferente. Era una tarde común, de esas en las que el reloj parece moverse más lento. Afuera llovía suave, como quien no quiere molestar. Yo estaba hojeando un viejo álbum de fotos cuando sonó el timbre. Nadie suele venir sin avisar.
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