No esperaba que ese día terminara diferente. Era una tarde común, de esas en las que el reloj parece moverse más lento. Afuera llovía suave, como quien no quiere molestar. Yo estaba hojeando un viejo álbum de fotos cuando sonó el timbre. Nadie suele venir sin avisar.
Abrí la puerta. Al principio, no lo reconocí. Han pasado dos décadas. Su cabello ya no era negro, sus ojos ya no eran de enojo. Y sin decir palabra, se acercó y me abrazó. Lento, firme, de esos abrazos que no se dan por costumbre, sino porque el alma lo pide.
“Perdón, papá”, me dijo con la voz rota. Sentí que el aire me volvía al pecho después de tantos años. No supe qué responderle. Tal vez no hacía falta.
Veinte años es mucho tiempo para cargar con el silencio. Para sostener en el corazón un muro hecho de orgullo, palabras mal dichas y heridas que se fueron dejando enfriar. Pero ese abrazo… ese abrazo deshizo más en segundos que lo que el tiempo había endurecido.
No nos dijimos todo. Ni lo necesitábamos. A veces, lo importante no es hablar, sino estar. Y estar con el alma abierta.
Desde ese día, algo cambió. No retrocedimos el tiempo, pero aprendimos a caminar juntos sin mirar tanto atrás. A veces me pregunto por qué no sucedió antes, pero ya no me culpo. Algunas puertas se abren cuando el corazón tiene la llave.
Hoy, cuando siento que me falta fuerza, recuerdo ese abrazo. No solo por lo que curó en mí, sino porque me enseñó que nunca es tarde… para volver, para pedir perdón, para perdonar, y para abrazar de nuevo.
🌿 Reflexión final
A veces creemos que las reconciliaciones tienen fecha de vencimiento, que el tiempo borra las oportunidades de sanar. Pero lo cierto es que el corazón no conoce de relojes. Siempre habrá una ocasión —quizás inesperada— para derribar distancias, si dejamos espacio al perdón y al amor sincero.
Este tipo de encuentros nos recuerdan que la esperanza no envejece. Que incluso en el silencio largo de los años, el cariño puede seguir latiendo, esperando ese momento simple y sagrado: el de un abrazo que lo dice todo sin necesidad de hablar demasiado.
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