En cada 2 de agosto, Costa Rica se convierte en un país en movimiento. Miles de peregrinos se encaminan hacia la Basílica de los Ángeles en Cartago, renovando una tradición que trasciende lo religioso para convertirse en una manifestación nacional de identidad. Dentro de este caudal de devoción, los adultos mayores ocupan un lugar singular: su participación en la celebración de la Virgen de los Ángeles es, a la vez, un testimonio de fe y un legado cultural que mantiene viva la memoria de generaciones.

La fe de los adultos mayores suele estar marcada por la experiencia. No se trata de una convicción recién adquirida, sino del resultado de años de esperanza, pérdidas y aprendizajes. En ellos, la figura de la Negrita se convierte en un refugio espiritual que acompaña los momentos de soledad y enfermedad, pero también en un símbolo de gratitud por los caminos recorridos. Muchos caminan hacia Cartago no para pedir, sino para agradecer; su romería es silenciosa, pero poderosa en su profundidad.

La celebración del Día de la Virgen de los Ángeles ofrece a los adultos mayores la oportunidad de transmitir valores a sus familias y comunidades. En un tiempo donde la prisa y la inmediatez marcan la vida de los más jóvenes, ellos recuerdan que la fe también se construye con paciencia y constancia. La Romería, para quienes ya no tienen la fuerza física de antes, se transforma en un acto de sacrificio consciente: cada paso, cada oración y cada vela encendida se convierte en testimonio de confianza en la Virgen.

Además, esta devoción funciona como un espacio de encuentro intergeneracional. Los adultos mayores no solo refuerzan su propia espiritualidad, sino que también enseñan a hijos y nietos que la fe no se mide en discursos, sino en la entrega sencilla y perseverante. La Virgen de los Ángeles, hallada según la tradición por una humilde mujer en el siglo XVII, sigue siendo la patrona que recuerda que la grandeza se manifiesta en la sencillez, y que la fe auténtica nunca discrimina edad, condición o procedencia.

En definitiva, la celebración de la Virgen de los Ángeles en la vida de los adultos mayores no es una costumbre más: es un acto de memoria, gratitud y esperanza. Ellos sostienen la tradición, enriquecen el sentido de la romería y muestran con su ejemplo que la fe, vivida con humildad y constancia, es una fuerza capaz de unir a todo un pueblo bajo el amparo de la Negrita.

Deja una respuesta