Los efectos beneficiosos en la salud que produce el vínculo del hombre con los animales han sido aceptados desde siempre, entendiendo por salud no tan solo la ausencia de enfermedad, sino «un estado de bienestar «. En este sentido, vivir con un animal de compañía puede contribuir a mejorar la calidad de vida, sobre todo en lo que se refiere al bienestar mental y al bienestar social.
Potencia las relaciones sociales con otras personas, con un efecto indirecto sobre el bienestar, aliviando la sensación de soledad. En este sentido, el animal de compañía actúa como un «facilitador de las relaciones sociales». Este factor puede ser muy importante para los ancianos que viven aislados.
Muchas de estas personas que viven solas declaran que sus mascotas les hacen sentirse necesarias. Éste es un hecho importante, porque la necesidad de cuidar a otros seres no disminuye con la edad. Ser activo física y socialmente con un animal es una buena receta para evitar sentirse “viejo”.
Las personas mayores que tienen animales experimentan menos estrés y visitan al médico con menor frecuencia que las que no los tienen. La compañía de los animales palia el sentimiento de soledad, estimula la comunicación, favorece el contacto físico y las demostraciones de afecto, además, estimula la memoria, y la atención. Pero hay una cosa que nos encanta y es la capacidad que tienen de hacernos reír.
Si los ancianos viven solos, pueden caer fácilmente en la apatía. Adoptar un animal de compañía los obliga a observar unas rutinas diarias para cuidarlo, asearlo, jugar, alimentarlo, y en consecuencia, hacerse cargo de sí mismos. En los casos de movilidad reducida es conveniente adoptar un gato debido a la característica de sus cuidados.
La persona se siente más útil e incluso, pueden aumentar las ganas de vivir y disminuye la ansiedad y la necesidad de medicación. Los animales permiten que las personas rían sus gracias, pero también que se rían de ellas mismas y de lo que las rodea.
(Fuente: fundacion-affinity)
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