Cuando nos encontramos en la edad adulta se genera el temor a envejecer, y no asumimos el paso de los años.
Inevitablemente la vejez implica un deterioro físico y psíquico, que puede causar una falta de autonomía que implica una dependencia, por lo que para poder realizar sus tareas más rutinarias dependerá de algún familiar o cuidador.
Uno de los miedos más comunes que suelen tener los mayores es a los trastornos de los sentidos, memoria, juicio y, sobre todo, a no poder valerse por sí mismos. Debemos tener en cuenta que durante toda su vida han sido independientes, y en la edad adulta los hijos son los que han tenido dependencia de los padres. Al llegar a la vejez este factor se invierte, y supone una gran preocupación para ellos.
La dependencia y no poder valerse por sí mismo crea un miedo a la soledad y a sentirse falto de afecto. En esta etapa pasan de tener una actividad diaria laboral a una inactividad. Al llevar una vida distinta y sin las rutinas diarias marcadas durante tanto tiempo, pasan a sentirse aburridos, más solos y menos útiles que en la edad adulta.
Otra de las preocupaciones que tienen los adultos mayores es no pasar tiempo con la familia o verse desarropados de su cariño, afecto y cuidados. También les crea preocupación sentirse una carga para ellos, ya que los hijos suelen tener su vida ya realizada, con un trabajo e hijos.
Miedo a la muerte. Todos nosotros somos mortales, y no sabemos que nos espera después de la muerte y cómo va a ser. Esto crea una incertidumbre que nos asusta, porque provoca lo desconocido. La idea de vejez produce desconcierto, sensación de desamparo, soledad y un sufrimiento psíquico por no saber qué nos espera.
Además y más allá de los síntomas de la enfermedad, la persona se encuentra en un proceso de introspección y reflexión sobre el sentido de la vida, realizando un balance de las cosas buenas y malas vividas… necesitando en muchos casos pedir perdón y aprender a perdonarse si así lo ve conveniente. Además le surgen preguntas y dudas sobre si hay algo más después de la muerte.
Es por esto que en muchas ocasiones y tras la aparición de una enfermedad el anciano o dependiente inicia un acercamiento a Dios, esto hace que la atención espiritual sea muy importante para ellos, por lo que les es de gran ayuda estar acompañados de religiosos que les acompañen en la oración y les escuchen para lograr que se sientan en paz.
Para poder afrontar la muerte, es necesario ver este proceso como un hecho natural por el que todos vamos a pasar, además de tener una madurez personal y comprensión hacia este proceso para poder abordarla y sentirnos mejor.
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