La hidratación es un aspecto fundamental para mantener la salud y el bienestar a lo largo de toda la vida, pero se vuelve especialmente crítico en la etapa de la vejez. En la tercera edad, el equilibrio hídrico del organismo puede verse comprometido por diferentes factores, lo que puede incrementar el riesgo de deshidratación.
Nuestro cuerpo está compuesto en su mayoría por agua, un componente esencial que cumple con diversas funciones vitales. El agua permite la digestión y absorción de los nutrientes, el transporte y eliminación de los desechos, la regulación de la temperatura corporal y la lubricación de las articulaciones, entre otras funciones.
En los adultos mayores, la capacidad del cuerpo para conservar agua disminuye, la percepción de la sed puede estar atenuada y la capacidad para responder a cambios de temperatura puede estar comprometida. Además, las enfermedades crónicas y el uso de ciertos medicamentos pueden afectar la capacidad del cuerpo para retener líquidos.
La deshidratación en los adultos mayores puede llevar a la confusión mental, los problemas urinarios y renales, la desregulación de la temperatura corporal, el estreñimiento, y en casos extremos, puede ser peligrosa para la vida.
Es por ello que es vital fomentar una adecuada ingesta de líquidos en los adultos mayores. Esto no significa solo beber agua, sino también considerar líquidos como jugos, sopas, infusiones, e incluso los alimentos ricos en agua como frutas y verduras.
Mantenerse hidratado mejora la calidad de vida de los adultos mayores, favorece su bienestar físico y mental y les permite mantenerse activos y saludables. Cada gota cuenta cuando se trata de la hidratación y la salud en la vejez.
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