Termina el año 2024 y, como sucede en cada fin de ciclo, nos detenemos a reflexionar acerca de lo vivido y de lo que deseamos para el futuro. Este período de cierre es un momento propicio para la introspección y el agradecimiento, dos actitudes que deberían acompañarnos a lo largo de toda nuestra existencia. Una parte fundamental de esta reflexión radica en reconocer la sabiduría y el valor de quienes nos han precedido: los adultos mayores.
La sociedad moderna, a menudo impulsada por la inmediatez y la búsqueda incesante de lo “nuevo”, tiende a subestimar la experiencia de las generaciones más veteranas. Sin embargo, detrás de cada persona mayor hay una historia repleta de aprendizajes, sacrificios y valiosas lecciones que forjaron el camino que hoy nosotros transitamos. Ellas y ellos vivieron épocas que nos parecen distantes, pero que fueron piezas claves para construir los cimientos de nuestros avances sociales, culturales y tecnológicos. Su visión del mundo, por tanto, debería ser escuchada y apreciada con respeto.
El verdadero progreso de una comunidad no radica únicamente en las innovaciones tecnológicas, sino en la capacidad de honrar a aquellos que nos permiten recordar de dónde venimos y qué hemos atravesado para llegar hasta aquí. Escuchar sus anécdotas, compartir con ellos una conversación amena, ofrecerles nuestra compañía y apoyo no son actos de caridad, sino gestos de humanidad y reciprocidad. Recordemos que, algún día, también anhelaremos la calidez y la atención que hoy podemos brindar.
Al despedir el año, hagamos un alto para reconocer el rol esencial de las personas mayores en la familia, en la ciudad y en el país entero. Ellos no son un sector olvidado de la sociedad, sino un pilar que ha sostenido generaciones. Cada uno, a su manera, nos enseña la virtud de la paciencia, la importancia de la resiliencia y la belleza de la humildad. Su legado es un tesoro que no podemos ni debemos ignorar.
Al dar la bienvenida a un nuevo año, comprometámonos a construir un entorno que valore su sabiduría y reconozca su papel esencial. Dediquemos tiempo a forjar puentes entre la juventud y la vejez, a acercar las historias de quienes han vivido más y a fomentar una cultura donde el respeto sea la base de nuestras relaciones. Solo así honraremos el pasado, viviremos con plenitud el presente y allanaremos el camino para un futuro más justo, humano y solidario. Que el 2025 nos encuentre unidos en el propósito de dignificar y agradecer, en cada momento, la presencia de nuestros adultos mayores.
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