En el siglo pasado, la medicina ha hecho un excelente trabajo tratando de erradicar las enfermedades infecciosas que eran, a menudo, producidas por una única causa: una bacteria, un virus, etc. En el siglo XXI, la medicina se ha centrado en tratar los síntomas en lugar de la causa de las enfermedades crónicas.
El objetivo principal del tratamiento de las enfermedades crónicas debe ser reducir el dolor y la inflamación, así como detener la progresión de la patología. Lo ideal sería hacer una labor preventiva y anticiparnos al diagnóstico de la patología o a la merma de calidad de vida, mejorando la alimentación de la persona y en caso necesario administrar algún medicamento.
Prevención de las enfermedades crónicas
Si conseguimos disminuir la inflamación y aumentar el flujo sanguíneo, se mejora el control de la mayor parte de las enfermedades crónicas. Lo podemos lograr equilibrando la hormona insulina, que favorece la activación de un grupo de hormonas llamadas eicosanoides, que derivan de los ácidos grasos esenciales de cadena larga.
Son las primeras hormonas que los organismos vivos desarrollaron hace 500 millones de años. Son las hormonas más potentes y afectan a la síntesis del resto de hormonas de nuestro cuerpo, por lo que pueden ser considerados como “superhormonas”. A diferencia del resto de las hormonas, que son producidas por una glándula particular, los eicosanoides pueden ser producidos por cada célula del cuerpo.
En el cuerpo humano hay 60 trillones de glándulas eicosanoides y el éxito es mantener, en equilibrio apropiado entre la formación de eicosanoides buenos y malos en cada célula.
Un ejemplo de enfermedades crónicas que resultan de un exceso de producción de eicosanoides “malos”son alergias crónicas, artrosis, artritis, cáncer, depresión, enfermedades autoinmunes, patologías cardiovasculares, hipertensión, migrañas, enfermedades neurológicas, etc.
Si conseguimos aumentar la producción de los eicosanoides “buenos” (potentes agentes antiinflamatorios y vasodilatadores) y a la vez, reducir la producción de los eicosanoides “malos” (favorecen la inflamación y la vasoconstricción), disminuirá la inflamación y aumentaremos el flujo sanguíneo.
Efectos de algunos medicamentos
Hay algunos medicamentos (AINES, Aspirina, inhibidotes de la COX-2 y corticoesteroides) que pueden reducir los niveles de eicosanoides “malos”, también reducen el nivel de los eicosanoides “buenos”. Ésta es la razón por la que tienen efectos adversos, especialmente si la administración es prolongada.
Para equilibrar la hormona insulina, debemos evitar los picos de azúcar en sangre, y en cada comida incluir una fuente de proteína, que favorece la síntesis de glucagón, hormona de efectos opuestos a la insulina.
Para activar los eicosanoides buenos es conveniente aumentar el consumo de alimentos ricos en ácidos grasos esenciales omega 3 como los pescados azules (atún, bonito, trucha, sardinas, chicharro, anchoas y salmón), las algas, lino y chía. Pero las fuentes vegetales no se asimilan bien, y al comer el pescado cocinado se pierde bastante actividad de los omega
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