En la vida de un ser humano la tercera edad no es una etapa cualquiera. Por el contrario es un ciclo muy especial. Éste se caracteriza mayormente por ser un periodo donde las personas acumulan un cierto nivel de sabiduría sobre la vida y pueden orientar a las generaciones más jóvenes en diversas áreas. Durante esta etapa las personas pasan por muchos cambios emocionales que pueden ser causados por la exclusión social y la falta de participación en el ámbito laboral.

Para una persona la falta de vínculos familiares, sociales y de trabajo, pueden generar cambios que los afecten profundamente. La falta de ocupación, y la imposibilidad de conectarse con otras personas y otras cosas de la vida que le den un sentido a su existencia es de vital importancia. El trabajo o la ocupación que desarrolla cada persona es clave para su calidad de vida.

Al jubilarse, los envejecientes sienten que no pueden contribuir a la sociedad o que nadie los necesita. Por esta razón muchas veces se aíslan. Esto trae como resultado que muchos ancianos se sumerjan en la depresión, se enfermen y se sienten como a esperar su muerte. Sin embargo, estudios muestran que cuando los ancianos tienen una vida activa se pueden disminuir los riesgos de algunos problemas de salud. De acuerdo con la escritora Parker: “Socializarse disminuye los problemas de memoria”. Esto es una señal de que las personas somos seres sociales que constantemente necesitamos utilizar la mente y resolver problemas en conexión con los demás.

Cuando las personas se jubilan y se enferman tienden a convertirse en un obstáculo para la sociedad. Hoy en día, un tercio de la población actual se encuentra en esta etapa. En un futuro no muy lejano esta población se va incrementar y urge encontrar métodos y soluciones para agregar valor a la vejez. A través de nuestro método de conexión podemos aliviar esta carga y a la misma vez aprovechar la sabiduría que nos ofrecen las personas de la tercera edad a través de un intercambio positivo de experiencias.

Sabemos que tanto la mente como el cuerpo son como un motor, que si no se usan se oxidan y dejan de funcionar. Podemos aprovechar la sabiduría de los envejecientes integrándolos a la sociedad. Ofreciéndoles cursos y actividades que propicien sus capacidades y mejoren las relaciones en su entorno. Ellos pueden transformarse en maestros de la vida y enseñar a vivir a las nuevas generaciones de manera tal que todo se centre en mejorar las relaciones. Al fin y al cabo ellos tienen más tiempo libre que los jóvenes y tienden a ser más sabios. De esta manera ellos se ocuparían del desarrollo de la sociedad incorporando el método para mejorar la conexión social.

En conclusión, la tercera edad es una etapa donde las personas pueden aportar herramientas para mejorar la sociedad con su sabiduría y agregarle valor a su vejez. Es fundamental integrar a los ancianos a la sociedad para que puedan cumplir la ley de la vida de dar y recibir, para vivir una vida completa y satisfactoria en un mundo moderno basado en la conexión.

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