Ser una persona socialmente comprometida y participar en la comunidad promueve el sentido de competencia y pertenencia al grupo, la comunicación y fomenta la autoestima. Este trabajo confirma que la calidad y la robustez de la red social son mucho más importantes para el bienestar que el tamaño y las interacciones sociales en personas de edad avanzada.

De acuerdo con la teoría de la selectividad emocional, los objetivos orientados al presente adquieren mayor valor cuando el tiempo se percibe como limitado. Así, a medida que envejecemos, las personas prestan más atención a la calidad emocional de los intercambios sociales y descartan aquellas relaciones que tienen menos probabilidades de ofrecer la reciprocidad esperada.

El desarrollo y la implementación de diferentes acciones que incluyan espacios accesibles para la participación en la comunidad y el mantenimiento de las relaciones sociales, especialmente en aquellos individuos con una red social limitada o que reporten sentimientos de soledad, pueden fomentar el bienestar entre la población de edad más avanzada.

Las actividades dirigidas al fomento de la participación en actividades sociales no solo facilitan el acceso a la red social, sino que impulsan el intercambio de conocimiento, mejoran nuestras habilidades lingüísticas y estimulan la plasticidad cerebral.

Funcionamiento social de los mayores

A lo largo del ciclo vital se producen diversos cambios en nuestras vidas (jubilación, limitaciones funcionales o pérdidas emocionales) que afectan a nuestras relaciones sociales y determinan nuestro funcionamiento social: las personas de edad avanzada suelen tener una menor frecuencia de contactos en comparación con personas de menor edad; el tamaño de su red social se reduce significativamente y la familia más cercana se convierte en la principal, y a veces única, fuente de apoyo.

Asimismo, se observa una tendencia creciente en el número de personas mayores de 80 años que viven solas en su hogar, particularmente en mujeres. En consecuencia, las personas de edad avanzada muestran un mayor riesgo de aislamiento social y soledad.

Este aislamiento social, entendido como una ausencia de relaciones sociales significativas y sostenidas en el tiempo, junto con un aumento de soledad no deseada, se han asociado en numerosos estudios con un peor estado de salud, depresión, deterioro cognitivo, e incluso una mayor probabilidad de muerte prematura.

En el lado opuesto, sabemos que las personas mayores se involucran en actividades formales (por ejemplo, voluntariado) y se comprometen con su comunidad (por ejemplo, a través de reuniones vecinales) en mayor medida que personas más jóvenes.

En esta etapa de la vida, las relaciones sociales predominan por su calidad más que por su cantidad y la reciprocidad adquiere un mayor valor.

 

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